Para el capital no existe información, sólo existe la propaganda que sirve a sus intereses o, las informaciones veraces, que les son útiles para refrendar lo que ellos postulan en un momento histórico determinado
Antes de entrar a analizar el porqué de la derrota Libia, en el terreno de la información, convendría aclarar que lo que nosotros, llamamos información o periodismo de calidad, no es útil al imperialismo y al capitalismo, ellos necesitan sólamente propaganda. Para el capital no existe información, sólo existe la propaganda que sirve a sus intereses o las informaciones veraces útiles para refrendar lo que ellos postulan en un momento histórico determinado.
Debemos reconocer que Gadafi, el estado libio y sus instituciones lo tenían muy difícil. De un lado, por su errática política de alianzas que le llevo a pactar y establecer relaciones con países nada recomendables para un pueblo que quiere ser libre e independiente. Y por otro, su “caos” ideológico que significaba mantener unos principios y los contrarios en cortos espacio de tiempo. Lo que convertía su régimen político en una forma de gobierno que resulta difícil de calificar como democrática, y no con los parámetros occidentales o burgueses, no, sino en los populares y progresistas.
Pero no profundizaré en este tema, ya se ha hablado lo suficiente del mismo en estos días de violencia, destrucción y de quebrantamiento de los derechos humanos por parte de unos y otro, pero fundamentalmente por parte de la OTAN que es la que convirtió un conflicto local en internacional con la escusa de la defensa de la libertad. Y para justificar que la intervención canalla de la OTAN no es más que una escusa, basta ver cómo la represión sufrida por los pueblos de otros países por parte de otros gobiernos criminales no han ocupado ni un segundo en las discusiones de la organización militar del capital. Ni por supuesto unas líneas en las páginas de los medios de propaganda del capital por ejemplo Bahréin.
Pero analicemos como se ha gestado la derrota mediática propagandística de Gadafi, Libia y su gobierno. Afirmar: Que estamos en la “Cuarta guerra mundial”, como ya hemos hecho en otras ocasiones, de forma figurada, pero con una metáfora que explica bien la situación cereo que es útil. Esta batalla es ideológica y se libra en los medios de comunicación y ahora ya en las redes sociales, y tiene como objetivo el control de la opinión pública mundial. Como ya hemos explicado, cuando la inmensa mayoría de la opinión pública está bajo el control de una determinada posición política, es indiscutible que la toma del poder por parte de sus representantes es cuestión de tiempo. Si esa posición beneficia los intereses del capital, los organismo internacionales y los países que defienden los intereses de estas corporaciones capitalistas, pondrán en marcha los mecanismos necesarios para convencer de forma relativamente sencilla a la minoría que detenta el poder. Si esta recurre al uso de la violencia quedara desacreditada ante su propio pueblo y la opinión pública internacional. La intervención militar encubierta o descubierta serán la alternativa. Evidentemente de la batalla mediática se pasa a la guerra convencional si es preciso, como ha ocurrido en Libia y parece que sucederá en Siria.
Ahora, si el proceso de cambio beneficia los sectores populares las posibilidades de que el mismo triunfe son mucho más complejas, por no decir difíciles, hay tenemos el caso de Túnez o el de Egipto. Donde el pueblo derrota las dictaduras y estas se resisten con el apoyo del imperialismo a poner en marcha los cambios por los que el pueblo luchó y quiere.
Pero veamos que falló en Libia. Gadafi no fue capaz de gestionar la revuelta, en especial la que se produjo en Bengasi y su forma de actuar contra el pueblo resultó absolutamente contraproducente. Siempre fue a remolque de las acciones de la oposición y no fue capaz de tomar en ningún momento la iniciativa, sentando en una mesa a los discordantes y planteando un debate nacional abierto. Si eso, se nos dice que no era posible, no hay nada que discutir, eso significa que la conexión entre la sociedad y el gobierno era ya inexistente. La derrota del gobierno era cuestión de tiempo. Esto fue hábilmente aprovechado por las fuerzas del capital, con el objetivo de hacerse con el control del petróleo y las riquezas de Libia. Si Gadafi hubiese hecho esto habría sido capaz de mostrar ante la opinión pública mundial que él no quería la guerra que es la primera regla que hay que seguir para ganarla. De esta manera el único responsable del conflicto serían sus adversarios y la batalla por el control de la opinión pública podría haber basculado en su favor.
Los medios de comunicación o propaganda del capital sirvieron fielmente a los intereses del imperialismo, pero los que no lo hicieron tenían difícil la defensa de Gadafi y sus gobierno. Ya que este aparecía como el beligerante el intransigente y el que masacraba a su pueblo cuando este se manifestaba. Así lo entendió la opinión pública, de hecho las manifestaciones a favor de Gadafi no han existido y las contrarias la intervención de la OTAN en Libia han sido escasas.
Los medios lo tenían fácil, la compleja personalidad de Gadafi favoreció presentarlo como un excéntrico y un tirano desequilibrado, con informaciones, unas veces, absolutamente falsas y otras nítidamente certeras. Sus ropas, sus medallas, sus gafas, sus poses, sus manías, sus amigos (Berlusconi, Aznar,…), su guardia femenina personal, fueron explotadas hasta el aburrimiento. De ahí, a convertirlo en un loco peligroso, sólo faltaba la represión violenta sobre los opositores durante las manifestaciones y revueltas. Esta se magnificó, se engrandeció, y se reconstruyó mediáticamente (hay incluso informaciones que se han demostrado como absolutamente falsas) lo que fue definitivo para dar impulso a la intervención militar. Las atrocidades cometidas por los insurgentes quedaban silenciadas en los medios del capital (hoy ya se han hecho públicas algunas, claro ahora que la guerra ya está ganada) y las otras magnificadas. La derrota estaba servida, no hay quien pueda vencer al imperialismo y sus organización militar (OTAN). Si caso impedir que controlen un territorio, como ocurre en Afganistán pero nada más. La opinión pública entendió que la OTAN iba a salvara al pueblo Libio. ¡Cómo decir que a esto que no!
¿Pero cuáles eran los fines de la guerra? ¿La democracia o el petróleo? Creo que hoy en día todo el mundo sabía y sabe que es el petróleo, como lo fue en el caso de Irak. Empiezo a creer que el imperialismo ya tiene una parte de la opinión pública mundial de su lado, se ha normalizado las intervenciones militares con fines “humanitarios”, se ha justificado hasta la saciedad que el petróleo es un recurso que no puede ser acaparado por nadie y que debe fluir libremente a los mercados pues sino el mundo caerá en el caos más absoluto. Pero claro, mientras, nada se dice de los recursos financieros o tecnológicos que están a buen recaudo en los países ricos en manos de las multinacionales (incluidas las chinas) y de sus gestores. Parte de la población de los países ricos y occidentales ya no ven con tan malos ojos estas intervenciones, mas si se les da un barniz democrático liberalizador y de defensa de los derechos humanos. Más en un mundo multipolar donde los intereses de Europa no coinciden siempre con los de los EEUU, o estos con los de China o Rusia y esos a su vez nada tiene que ver con los de los países productores de petróleo, por ejemplo.
Un mundo dividido y subdivido por los intereses del capital, que se hace complejo difícilmente manejable, pero que las diferentes fuerzas imperialista son capaces de gestionar en su interés de momento sin llevarlo a la destrucción, aunque no sabemos durante cuánto tiempo.
En este caso a los que defendimos la solución pacifica y mostramos nuestro desprecio hacia el uso de la fuerza por parte de todos los contendientes, se no tachó de ilusos o traidores al servicio del imperialismo, ¿Qué podemos decir?. Nuestra muestra prudencia, el no mostrarnos favorables a ninguno de los bandos, poner en duda la informaciones “propaganda” nos ha convertido en traidores para un minoría que sigue sin entender que el mundo ha cambiado mucho y muy deprisa y que las viejas teorías derrotadas no volverán jamás y que el repensar el socialismo es una obligación moral para cualquier persona de buena voluntad y que tenga como único objetivo el bienestar de los seres humanos y de los pueblos del mundo.
Ahora Siria está en el banco de pruebas, allá o no injerencia extranjera, la situación es similar, la pregunta que cabe hacerse es: ¿Qué errores cometerán unos u otros en la batalla mediática o de la propaganda de guerra que determinen su triunfo o derrota?
Sea cual sea el resultado esperemos que el pueblo sirio y sus clases populares no sean las derrotadas.
Manel Márquez en Twitter: manelmarquez