El diario, español, el País, pregunta a Angelino
Garzón, vicepresidente de Colombia en una entrevista realizada ayer,
sobre la gran marcha (el entrevistador Jorge Marirrodriga ya sabe la
dimensión que tendrá) convocada en Bogotá contra las FARC y aprovecha
para ligar a esta el apoyo que tiene la guerrilla. La respuesta es
nítida y de libro: “Diría que el 99,8% de los colombianos quiere
vivir en paz. Llevamos 62 años de violencia irracional. En la
manifestación se va a ver a la sociedad civil condenando el terrorismo,
los secuestros y exigiendo su derecho a vivir en paz. Es un ‘no’ rotundo
a la violencia.” [1]
¿Quien en su sano juicio no iba a
desear la paz y el fin de la violencia? El que esto afirma, fue
sindicalista y secretario de la Central Unitaria de Trabajadores de
Colombia y miembro de Unión Patriótica partido que contó con el apoyo
entre otras fuerzas, por las FARC. Es evidente que el deseo de paz es
propiedad de todos los colombianos, pero el problema es que esa no es la
realidad política pasada y presente del estado de Colombia, donde la
vulneración de esos mismos derechos humanos que se exigen que cumplan
los guerrilleros no los cumple el mismo estado. Claro una omisión no
justifica la otra. Pero no es lo mismo que un estado que se llama, a si
mismo, democrático vulnere su propia legislación, o permita que otros la
infrinjan con absoluta impunidad y, que lo hagan, los que en su
lenguaje político ideológico son considerados delincuentes. Si estos
alzados en armas son delincuentes quien los combate sin respetar las
leyes no dejan de ser lo mismo.
Las FARC se encuentra en un
momento muy complejo tras la muerte de Manuel Marulanda y el asesinato
–sino no hay guerra en Colombia, esto son asesinatos, sino serian caídos
en combate; recordemos el lenguaje usado por los medios de comunicación
serios, como la BBC– de Raul Reyes o de Guillermo León Sáenz (Alfonso
Cano). No soy especialista en el tema, lo conozco de forma sucinta como
historiador y poco más. De lo que sí creo poder decir algo es de
información, contrainformación y batalla ideológica. Las FARC, según sus
últimas declaraciones, hechas en el día del nacimiento de la CELAC han
vuelto a expresar su disposición a dialogar con el Gobierno de Juan
Manuel Santos. Pero Santos maneja bien los tiempos en la batalla
ideologice y se ha apresuró a decirles que sí, que perfecto, pero que lo
hará cuando el gobierno de Bogotá este seguro que esa es la auténtica
voluntad de la FARC. Muy hábil, ¿No es eso justamente lo que están
diciendo las FARC? ¿Quién es él para dudar de su palabra?
Pues
es un presidente que juega en el terreno de la batalla
mediático-ideológica con las catas y reglas que le han enseñado sus
jefes de seguridad asesorados por los USA y otros. Él juega sus bazas,
una de ellas quemar al enemigo, desprestigiarlo y llevarlo a la
confrontación que él sabe que tienen perdida. Lo está haciendo muy bien
deben pensar todo sus asesores nacionales y extranjeros.
En ese
contexto hay que entender, la muerte o asesinato de tres policías y un
militar que estaban en cautiverio de la guerrilla –como dice Piedad
Córdoba: se debe establecer si hubo o no un rescate fallido y si hubo
ejecuciones proscritas por el derecho de guerra; pero sea como sea, son
hechos absolutamente condenables– han servido al gobierno Colombia para
organizar una gran marcha de repudio jugando con los sentimientos
humanos de la población, y de cualquier persona. Sea el desenlace del
hecho forzado por la intervención militar o no, este ha comportado que
la guerrilla aparezca de forma nítida ante el pueblo de Colombia, o al
menos de una parte significativa, como los actores más inhumanos de este
cruel conflicto. Este es un triunfo mediático del gobierno, y una
derrota de la guerrilla y no se ha usado para avanzar en la paz justa,
sino para destruir políticamente al enemigo y no permitir una salida
negociada. De esta forma su lucha pasará a ser considerada como injusta
cuando en realidad fue prácticamente inevitable (comparta uno o no los
postulados armados) ante la barbarie que se vivía en Colombia en el
momento de creación de las FARC y en los decenios posteriores, donde la
participación política se podía significar y de hecho significó la
muerte para miles de personas de la izquierda colombiana que nada tenían
que ver no con la guerrilla o con sus postulados.
Estos hechos
han permitido presentar a la guerrilla, ante la opinión pública mundial,
como un grupo de desalmados que son incapaces de respetar la vida
humana. Nada nuevo, eso ha ocurrido muchas veces, ocurrió en España, y
fue lo que los medios de información de la derecha, bautizaron como el espíritu de Ermua,
cuando fue asesinado, a sangre fría, el concejal del PP Miguel Angel
Blanco. Algunos dijimos que eso era el punto y final, y de hecho, es a
partir de esas fechas que la vía armada se muestra como agotada en
Euskal herria. El proceso abierto hoy avanza de forma limitada pero
imparable.
La salida que utilizó la izquierda abertzale ampliada
(Batasuna, Aralar, Alternativa y Eusko Alkartasuna) para convencer al
resto de los partidos políticos de la veracidad del proceso de paz y de
la decisión de ETA de abandonar la vía armada –todos los partidos del
estado español, excepto el PP y parte del PSOE, lo han hecho– fue la
creación de una comisión internacional, dirigida por Brian Currin. Todo
no está hecho, el nuevo gobierno del PP debe acabar de resolver
democráticamente los efectos generados por el conflicto y permitir la
realización de la voluntad democrática de los vascos y vascas. Todas las
partes deben reconocer el sufrimiento generado a lo largo de estos
añios de lucha armada, terrorismo y guerra sucia. La solución era fácil,
llegar a este punto tampoco, pero el resultado del mismo, es
esperanzador como muestra el apoyo conseguido por la izquierda abertzale
en las dos últimas confrontaciones lectorales. Ha sidola primera fuerza
política de Euskla herria y esto abre las puertas a un escenario de
libertades que ya no podrá ser interrumpido por nadie.
Santos
que está bien asesorado, sabe todo esto y ha espetado a los guerrilleros
de las FARC, todo los ejemplos de la vía pacífica. Les ha dicho que el
exguerrillero del M-19, Gustavo Petro, ocupará el segundo cargo en
importancia del país por la fuerza de los votos. Y que son muchos los
excombatientes, como, Mujica o Dilma Rousseff, mandatarios de Uruguay y
Brasil los que gobierna sus países después de pasar del activismo
militar al político. Y para finalizar les ha dicho que hagan como ETA en
España. La derrota mediática puede estar servida.
La vía
utilizada por la izquierda abertzale podría aplicarse a Colombia, son
muchos los que creen que es factible y la prueba la tenemos en las
declaraciones hechas por Santos al Sistema Informativo del Gobierno: “La
paz es un asunto interno colombiano y vamos a resolverlo los
colombianos, advirtió el Presidente Santos en Cumbre de Caracas
(CELAC)”. Esta es su primera derrota ideológica, aprovéchenla los que quieran la paz justa en Colombia.
Manel Márquez en Twitter: manelmarquez
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